Diversos estudios científicos recogen que existe una importante tendencia hacia la inactividad física y el aislamiento social, tanto por rasgos propios de la enfermedad mental como por efectos secundarios de algunas medicaciones.
Está demostrado que la actividad física regular no sólo afecta a la salud física, sino también al estado emocional y al bienestar personal. Existen publicaciones científicas que sugieren un incremento en el volumen del hipocampo relacionado con la actividad física, lo que apunta a que el ejercicio físico podría inducir una mayor plasticidad cerebral que podría instigar efectos positivos en la salud mental.
Programas de actividad física se han relacionado con aspectos como la mejoría en la socialización e interacción con otras personas, un menor nivel de ansiedad, una mejoría del autocontrol y de la percepción de competencia y autoeficacia, disminución de dosis de medicación, disminución de síntomas de depresión, entre otros. Reduciendo así el riesgo de sufrir problemas de salud secundarios a su patología de base tales como la diabetes tipo II, enfermedad coronaria e hipertensión que a menudo presenta este colectivo de personas.
Nuestro equipo, especializado en el ámbito infanto-juvenil, cuenta con diferentes perfiles profesionales para abordar las dificultades asociadas al la enfermedad mental. A través de la valoración inicial identificamos los principales áreas de mejora y las principales preocupaciones de la familia. Desde ese momento establecemos un programa individualizado, minuciosamente adaptado a cada caso para contribuir a mejorar su participación en su entorno más natural (ámbitos familiar, escolar, social y comunitario).
Las habilidades y fortalezas, las dificultades que presentan y su impacto en su vida diaria, con el objetivo de desarrollar estrategias, valorar adaptaciones y adecuar la intervención a las necesidades individuales.
Actividades funcionales físico-deportivas, lúdicas, recreativas y motivantes con el objetivo de desarrollar habilidades motrices, bienestar emocional y habilidades cognitivas que permitan consolidar hábitos saludables y mejorar su calidad de vida, aumentando su participación en actividades de su día a día.
Programas que mejoran sus habilidades funcionales previniendo los efectos del sedentarismo, instaurando hábitos saludables que inciden en la salud y la calidad de vida para que puedan incorporar estos aprendizajes a sus rutinas diarias
Una mejora y mantenimiento de las capacidades funcionales mejorando su bienestar emocional y su autonomía personal, un incremento de la tolerancia al esfuerzo físico, una mejora de funciones cardio-respiratorias, un aumento de la fuerza y la resistencia aeróbica, el desarrollo de habilidades motoras y habilidades de juego para que puedan trasladar estas mejoras a su contexto habitual limitando las conductas de ocio sedentario y el uso de pantallas.
Las enfermedades mentales pueden conllevar asociadas distintas limitaciones en su participación, algunas de las más habituales se engloban en los siguientes áreas de especialidad:
